domingo, 30 de agosto de 2015

Aprendizaje-Servicio y Voluntariado. ¿Dos islas o un archipiélago?

Me llama la atención el esfuerzo de algunos por diferenciar el aprendizaje-servicio (ApS) del voluntariado. Soy inclusiva por naturaleza, de manera que este hecho despierta mi interés porque implica poner barreras.


Entiendo que el empeño en diferenciar ambas formas de compromiso cívico se puede deber en parte al hecho de que el voluntariado está bien asentado en las universidades de nuestro país mientras que el aprendizaje-servicio está todavía en proceso de institucionalización. En este esfuerzo por dar a conocer el ApS es necesario marcar las diferencias para facilitar la comprensión de esta metodología. Me recuerda a la etapa del desarrollo, cuando los adolescentes se alejan (aparentemente) de la familia como un mecanismo para definir y desarrollar su personalidad y autonomía. Hasta aquí todo bien.

El problema es que con demasiada frecuencia estos dos campos se ignoran entre ellos; aparecen como dos mundos que no se tocan, más que en la teoría, cuando hablamos del “compromiso con la comunidad”. Bajo este paraguas se menciona el voluntariado, el aprendizaje-servicio, la cooperación al desarrollo, la investigación participativa, etc… Y a partir de ahí, casi siempre cada uno por su lado… 

En Julio participé en una reunión organizada por United Nations Volunteers sobre investigación en Voluntariado para el Desarrollo Sostenible, representando a la red universitaria española de aprendizaje-servicio. Llama la atención el elevado número de expertos en voluntariado que desconocen el ApS, por lo que fue necesario definirlo y enlazar ambos campos.

Quienes sí parecen haber detectado esta conexión son los responsables de la elaboración del borrador del anteproyecto de la nueva ley de voluntariado, que consideran el ApS como una herramienta de voluntariado educativo. Lo mismo que la Plataforma del Voluntariado de España, que desde hace tiempo colabora activamente con las redes nacionales y locales de aprendizaje-servicio. 

Puestos a diferenciar, podemos basarnos en diversos argumentos. La nueva ley española considera voluntariado aquellas actividades de interés general desarrolladas por personas físicas siempre que tengan vocación de solidaridad, su realización sea libre, no conlleve prestación económica o material de ninguna clase y se lleva a cabo por medio de las entidades acreditadas. Desde esta perspectiva, el ApS no parece encajar como una forma de voluntariado por los siguientes motivos:
  • El ApS a veces es un requisito académico; es decir, obligatorio.
  • Aunque lo desarrollan personas físicas con vocación de solidaridad, el ApS suele ser iniciado por terceras personas (que pueden ser los docentes, la Facultad o la Universidad).
  • El ApS no siempre se lleva a cabo por medio de ONG´s.
  • Existe una compensación, en forma de créditos académicos.
Ante estos argumentos cabe señalar que:
  • El ApS es voluntario en la mayoría de los casos, y existe un movimiento crítico del ApS obligatorio. 
  • Organismos internacionales, como United Nations Volunteers, están empezando a reconocer las prácticas de voluntariado informal, que con frecuencia se llevan a cabo, no a través de instituciones o ONG´s, sino dentro de la propia familia o en entornos informales, especialmente en regiones desfavorecidas.
  • El Informe sobre “El Estado del Voluntariado en el Mundo 2015” utiliza la siguiente definición de “voluntariado” (UNGA 2002; A/RES/56/38): “Actividad que se realiza por voluntad propia, para el bien público general y donde la compensación económica no es el principal factor motivador”. Si bien es cierto que el ApS lleva llevar aparejado reconocimiento de créditos, también lo es que ese no es el principal factor motivador, sino la voluntad de trabajar por el bien público. De hecho, autores como Eley (2003) consideran que “el aprendizaje-servicio utiliza la participación voluntaria como una forma de aprendizaje-experiencial, al combinar aprendizaje y voluntariado en los cursos universitarios”.
  • El ApS se considera una cantera de voluntariado. Numerosos estudios señalan que los estudiantes que realizan actividades de ApS son más propensos a trabajar como voluntarios en el futuro.
El hecho de que el voluntariado tenga su propio espacio en la educación superior española es una ventaja y una desventaja. Lo primero porque por fin la universidad integra el servicio a la comunidad. Lo segundo porque hay quien cree que “si ya hay voluntariado, ¿para qué incluir el ApS?”. Nos está costando unir esfuerzos, pero creo que es necesario buscar las fórmulas. En universidades de otros países existe un centro único de Compromiso Cívico, que coordina y promueve las distintas formas de compromiso con la comunidad. Creo que ese es un buen camino. Me consta que en algunas instituciones de nuestro país ya se trabaja en esta línea y espero que en los próximos años le sigan un buen número de universidades.